La FAO está cooperando con el gobierno de Paraguay en diversos campos, uno de ellos es el proyecto PROEZA, que une a 11 instituciones para trabajar articuladamente para llevar un sistema agroforestal, con el objetivo de ayudar con mecanismos a los campesinos en situación de pobreza o pobreza extrema, ofreciéndoles una alternativa para salir de la pobreza y mitigar el cambio climático. Fue lo que señaló el representante de la FAO en Paraguay, Jorge Meza, quien mantuvo reunión con la presidenta del INDERT Mg. Abg. Gail González.
La FAO valoró el papel del INDERT en el apoyo a la implementación del proyecto, a través de sus acciones a favor del desarrollo rural, la posesión y el uso de la tierra.
Meza dijo que el “proyecto está en ejecución, fue aprobado a través de una Ley, gracias al trabajo interinstitucional”.
La reunión con la presidenta Gail González, fue para “informar e intercambiar ideas sobre la marcha del proyecto, los avances y las acciones encaradas. Tenemos una excelente relación de trabajo con el INDERT, que está muy comprometido con el proyecto, lo que nos ha permitido avanzar de manera significativa en la implementación”.
“Encontramos una muy buena predisposición de parte de la presidenta del ente rural, lo cual permitirá avanzar en la ejecución de este proyecto de desarrollo social y combate a la pobreza rural”, finalizó Meza.
El proyecto
El proyecto PROEZA es el esfuerzo del Gobierno Paraguayo para abordar sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) a través del Fondo Verde para el Clima (GCF). Con este propósito, el proyecto espera generar beneficios globales y nacionales para la mitigación y adaptación al cambio climático, junto con la generación de servicios ambientales, de bioenergía y de reducción de la pobreza. Su objetivo es lograr esto a través de tres ejes clave, entre los que se incluyen: plantaciones a pequeña escala en el paisaje que involucran a productores de escasos recursos; plantaciones para bioenergía a mediana escala en sistemas amigables con el ambiente (especialmente preservando los corredores de biodiversidad y los bosques ribereños que protegen las cuencas)1 ; y una mayor capacidad institucional para prestar apoyo técnico a los productores, con normas de calidad y buenas prácticas forestales, ambientales y sociales.
